Historia del descenso



En el verano del 68, con motivo de las fiestas patronales de Nuestra Señora del Otero se convocaba de una manera informal el I Descenso del Nalón, más que nada para animar la fiesta de la Jira en el Prau de la Chalana. Los miembros del “Eros Club” fueron los encargados de hacer esta convocatoria a la que respondieron animosos participantes.
En la segunda edición decidieron sumarse al escaso número de participantes un grupo de amigos para formar un equipo con el nombre de Club Náutico Campurra que luego quedaría como “Campurra”, a secas, como homenaje al desaparecido trenillo de Fradera.
La idea del Descenso fue perdiendo entusiasmo salvo en el equipo “Campurra” que llegó a participar dos años prácticamente en solitario.
Ante la situación evidente de que aquello se moría, la Campurra tomó la decisión de luchar para  conseguir el renacimiento de lo que inicialmente había parecido una idea brillante y divertida.
Se hicieron  unas bases en tono juerguístico, para que  a la vez que se cumplieran, animaran a los participantes a desarrollar su ingenio e improvisación:

I.-      Un mínimo de cuatro tripulantes y un máximo de 37 (por poner algo), que en años sucesivos este número iría aumentando hasta cotas insospechadas en cada embarcación

II.-      Embarcaciones construidas por los propios participantes y desprovistas de motores.
III.-      Disfraces con diversos motivos o alusiones.
IV.-      Una madrina cada equipo o padrino si el equipo es femenino.
Se decidió encargar un cartel anunciador que con su originalidad obtendría un gran poder de convocatoria.
 La enorme fantasía de las narraciones y el desparpajo de los disfraces fue atrayendo gente de muy diversos lugares y el número de participantes fue multiplicándose cada año desde un centenar en la 7ª edición hasta sobrepasar el medio millar en la 14ª.

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